ISSN 1851-0027
A�o 2007. N�mero 3: 132-153
comechingonia.com
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Aporte de la Tafonom�a L�tica al Estudio de Distribuciones Artefactuales en Ambientes Lacustres: el Caso del Sistema Lacustre al Sur Del Lago Argentino
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Recibido el 14 de agosto de 2007. Aceptado el 29 de octubre de 2007
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Resumen
Este trabajo presenta una discusi�n tafon�mica desde la perspectiva de los artefactos l�ticos tallados (Borrazzo 2004, 2006; Hiscock 1985). Su principal objetivo es aportar informaci�n relativa a procesos de formaci�n de sitio relevantes para discutir el rol de un ambiente lacustre en la conformaci�n del registro arqueol�gico regional. Esta propuesta se aplica al caso del Sistema Lacustre al Sur del Lago Argentino (Santa Cruz, Argentina). Para ello, se dise�a y realiza el an�lisis tafon�mico de varias muestras artefactuales recuperadas en la cuenca.
Palabras clave : tafonom�a l�tica, ambiente lacustre, artefactos l�ticos tallados.
Abstract
This paper presents a taphonomic discussion from lithic artifacts perspective (Borrazzo 2004, 2006; Hiscock 1985). Its main goal is to provide formational information relevant for discussing the impact of a lacustrine environment on the regional configuration of the archaeological record. This proposal is applied to the case study of Southern Lacustrine System of Lago Argentino ( Santa Cruz , Argentina ). A taphonomic analisys is designed and applied to several samples of lithic artifacts recovered within the basin.
Keywords : lithic taphonomy, lacustrine environment, flaked stone artifacts .
Las investigaciones arqueol�gicas llevadas a cabo en la cuenca del Lago Argentino -Santa Cruz, Argentina- (Figura 1) han discutido las implicancias biogeogr�ficas y de procesos de formaci�n del registro que tuvieron el lago y los ciclos de endicamiento-ruptura producidos por el Glaciar Perito Moreno durante el Holoceno (Borrero 1989, Carballo Marina 1989, Carballo Marina y Belardi 1992, 2005; Carballo Marina et al. 1999, Franco 2002, 2004; Franco et al. 1999, Garc�a et al. 1999, Mu�oz 1999, Pafundi 2006).
Recientemente, Pafundi (2006), utilizando informaci�n geol�gica y paleoambiental ha modelado gr�ficamente el fen�meno de endicamiento-ruptura proveyendo una herramienta sumamente �til para las discusiones sobre circulaci�n y uso humano del espacio, as� como tambi�n de los procesos de formaci�n del registro arqueol�gico regional.
De acuerdo a la informaci�n geol�gica disponible, el glaciar Perito Moreno no habr�a modificado en gran medida su posici�n ni tama�o durante el Holoceno (Garc�a et al. 1999). Sin embargo, existieron (y a�n existen) cambios c�clicos, de escalas temporales m�s reducidas, relacionados con la din�mica del glaciar, que actuaron sobre el paisaje de este sistema lacustre. El proceso de endicamiento-ruptura puede ser descrito de la siguiente manera: la lengua de hielo crece y se desplaza hasta alcanzar el Canal de los T�mpanos. Una vez que el Canal ha sido clausurado por el glaciar, el nivel de las aguas de la cuenca comienza a elevarse (p.e.: 2 m sobre el nivel promedio del Lago Argentino). Con la ruptura del endicamiento se inicia el proceso de desagote del sistema lacustre que busca nuevamente su equilibrio, descargando 3,5 � 4 Km 3 de agua en un lapso de 1 a 3 d�as en el r�o Santa Cruz (Warren 1994). Existe para el siglo XX y parte del XXI un registro documental de 18 ciclos de endicamiento-ruptura, a los que se suman ocho registros geol�gicos que permiten afirmar que este fen�meno se dio con magnitudes variables durante el resto del Holoceno (Aniya y Skvarca 1992, Del Valle et al . 1995).
Pafundi y Borrazzo (2006) han propuesto una segmentaci�n te�rica del fen�meno de endicamiento�ruptura del sistema lacustre. La misma consta de dos facies , una de mayor duraci�n y menor energ�a (per�odo de endicamiento) y otra, extremadamente breve pero de alta energ�a (ruptura y desagote del Lago Argentino). A partir de esta segmentaci�n, los autores han derivado expectativas sobre el potencial de cada instancia para el transporte de part�culas. Dada la ausencia de datos hidrol�gicos que permitan cuantificar la energ�a participante en una y otra facies , dichos autores concluyen que durante la facies vinculada al desagote, la energ�a involucrada -a�n cuando el proceso sea temporalmente breve- posee el potencial para el transporte, al menos, de part�culas de tama�o arena e inferiores . De este modo, esa facies podr�a generar espacios con potencial estratigr�fico; es decir, sectores donde el registro arqueol�gico habr�a sido sepultado por sedimentos y, por ello, encontrarse en capa. Para definir esos espacios, estos autores proponen considerar factores tales como los vectores de circulaci�n del agua durante el desagote, y el aspecto y la orientaci�n de la costa del lago con respecto a esos vectores. Esto permitir� estratificar el paisaje de la cuenca y generar expectativas arqueol�gicas diferenciales para los potenciales conjuntos recuperados en cada unidad espacial definida.
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Figura 1. Ubicaci�n general del �rea de estudio y localizaci�n de las transectas. 1) 3 de Abril Este; 2) 3 de Abril Sur de Chorrillo, y 3) Lago Roca.
Figura 2. Detalle transectas realizadas en las m�rgenes de la Laguna 3 de Abril.
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Hasta el momento, s�lo Garc�a et al. (1999) han explorado el impacto de la acci�n del lago y su din�mica sobre la morfolog�a y distribuci�n del registro l�tico. Al respecto, las autoras concluyeron que no existe evidencia de transporte de artefactos por la acci�n del agua ( ibid. ). Sin embargo, desde la producci�n de ese trabajo, diversas investigaciones arqueol�gicas han generado nuevas herramientas te�ricas y metodol�gicas para abordar esta problem�tica. Entre ellas, el estudio de Pafundi (2006), la segmentaci�n te�rica de Pafundi y Borrazzo (2006) y las primeras aplicaciones del enfoque denominado tafonom�a l�tica (Borrazzo 2004, 2006, 2007). Este �ltimo ha sido utilizado en el estudio de artefactos recuperados en superficie en contextos donde la acci�n del agente e�lico ha sido se�alada como preponderante. Sin embargo, la formulaci�n te�rica de la tafonom�a l�tica nos habilita a dise�ar una propuesta metodol�gica que responda a las caracter�sticas ambientales particulares del sistema lacustre al Sur del Lago Argentino.
En este trabajo se presenta el dise�o para el an�lisis tafon�mico de distribuciones artefactuales recuperadas en un ambiente alternadamente e�lico y fluvio-lacustre . Para ello, se definen las variables morfol�gicas relevantes en el estudio de los artefactos l�ticos a fin de generar informaci�n que a futuro permitir� discutir el modelo propuesto por Pafundi y Borrazzo (2006) y evaluar la coherencia entre las expectativas derivadas de dicho modelo y los resultados obtenidos en el an�lisis tafon�mico. Aqu� se aplica el dise�o desarrollado al an�lisis de muestras recuperadas en superficie en espacios comprendidos dentro del sistema lacustre del Sur del Lago Argentino.
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El objetivo general de la tafonom�a l�tica es recuperar la historia de vida de los artefactos, es decir, obtener informaci�n sobre las condiciones en que �stos existieron a lo largo del tiempo (Borrazzo 2006, Gifford 1981). La informaci�n generada desde esta perspectiva constituye una herramienta sumamente valiosa para definir la escala adecuada para la formulaci�n del problema o dise�o de investigaci�n de los conjuntos arqueol�gicos bajo estudio (Behrensmeyer et al. 2000, Borrazzo 2006).
Para aplicar esta perspectiva tafon�mica al an�lisis de materiales l�ticos, primero es necesario conocer: a) la din�mica general del ambiente espec�fico bajo estudio y sus posibles efectos sobre los conjuntos l�ticos; y b) los procesos que modifican las rocas y los registros materiales de esos procesos . Estos son pasos fundamentales para el dise�o del an�lisis tafon�mico ya que procuran que las instancias posteriores de la investigaci�n sean coherentes y concordantes con el caso de estudio.
Para cumplimentar el punto a) es necesaria la identificaci�n de los agentes tafon�micos actuantes. En el caso particular del sistema lacustre al sur del lago Argentino, el agua y el viento son aquellos con mayor potencial para generar cambios. Estos agentes act�an de modo alternado dado que los sectores inundados durante el endicamiento son expuestos, luego del desagote, a la acci�n suba�rea. Esto genera diferentes condiciones o contextos de depositaci�n para el registro arqueol�gico (en este caso, los artefactos l�ticos tallados). Los mismos pueden ser: subacu�tico, suba�reo o estratigr�fico (Pafundi y Borrazzo 2006). As�, el objetivo del presente an�lisis tafon�mico es evaluar la incidencia del viento y el agua sobre las caracter�sticas de los conjuntos l�ticos a partir del estudio los cambios efectivamente observados en los artefactos (registro material) y si la misma registra variabilidad en el espacio.
Esto nos lleva a la �ltima instancia del dise�o: la selecci�n de variables morfol�gicas relevantes para este estudio tafon�mico que nos permitan interpretar el registro de las transformaciones f�sico-qu�micas en t�rminos de la acci�n diferencial de los agentes, predominio de cierto tipo de contexto, etc.; y, en �ltima instancia, conocer las condiciones que afectaron a esos artefactos a lo largo del tiempo.
Las variables seleccionadas para el an�lisis se mencionan en la Figura 3. Como se observa, los elementos listados en las categor�as �variables� y �procesos inferidos� representan diferentes grados de abstracci�n y elaboraci�n. Las variables enumeradas son en todos los casos elementos observables y/o construidos a partir de la observaci�n (impactos, redondeamiento, abrasi�n, pulido, anillos de oxidaci�n, intensidad de abrasi�n, meteorizaci�n/erosi�n diferencial y reclamaci�n), mientras que los procesos inferidos refieren a condiciones reconstruidas a partir de la combinaci�n de algunas de esas variables. A continuaci�n, se definen operativamente las variables seleccionadas a los fines del an�lisis tafon�mico.
Los impactos son el resultado de los golpes entre los artefactos y/o litos naturales. Presentan un aspecto blanquecino, derivado del �triturado� o microfacturas originadas por los golpes. Pueden presentarse como puntos dispersos o concentrados en sectores prominentes de la topograf�a del artefacto.
El redondeamiento da cuenta del embotamiento o desgaste de bordes filosos o de las aristas de las piezas. Este es producido principalmente por el impacto sobre las superficie de los artefactos de part�culas sedimentarias peque�as (p.e. arenas) movilizadas por una corriente (agua o viento).
Por abrasi�n entendemos aqu� el desgaste de las superficies relativamente planas o llanas de los artefactos. La abrasi�n, en la mayor�a de las rocas , reduce o elimina la rugosidad original perceptible sobre una fractura fresca.
El pulido es generado por el impacto de sedimentos sobre los artefactos, lo que regulariza la superficie de la roca y permite que se refleje la luz incidente. Esto se manifiesta a trav�s de un brillo que no est� presente en una fractura fresca de la misma roca. Este fen�meno se inicia sobre las aristas de los artefactos. En la medida que este proceso avanza, sus efectos comienzan a hacerse visibles en las zonas llanas de la pieza. En este trabajo, se consigna la presencia de pulido sin considerar la extensi�n del mismo sobre la superficie artefactual. Otro fen�meno que otorga brillo a las rocas es la depositaci�n de minerales ex�genos (p.e. manganeso) sobre su superficie. Cuando esta depositaci�n es abundante se originan los denominados barnices de roca (Watchman 2000). Cabe destacar que no se han registrado barnices en la muestra aqu� analizada.
Los anillos de oxidaci�n se presentan en los artefactos como l�neas de minerales de �xido de hierro que describen una circunferencia o �anillo� en la superficie del artefacto. Esta es resultado de la presencia de agua y minerales de hierro que, al entrar en contacto, se oxidan y depositan en el artefacto, describiendo una l�nea que informa el nivel del sustrato (si el artefacto estaba parcialmente enterrado) o del agua (si el artefacto estaba parcialmente sumergido) en el momento de la depositaci�n de esos minerales. Es decir, la localizaci�n de los anillos informa la posici�n del artefacto en el momento de la formaci�n de �stos.
La intensidad de abrasi�n ha sido definida previamente en otro lugar (Borrazzo 2006). Al igual que entonces, se refiere a la creaci�n de una escala de tipo cualitativo para dar cuenta de grados de abrasi�n diferentes (m�s o menos intensos) observados en la superficie de los artefactos de una misma materia prima l�tica. Sin embargo, dadas las caracter�sticas del contexto geomorfol�gico bajo estudio, en esta oportunidad no refiere �nicamente a la abrasi�n e�lica (corrasi�n), sino que tambi�n incluye la abrasi�n resultante de la acci�n del agua (ya sea por el impacto sobre la superficie artefactual de part�culas sedimentarias m�s finas movilizadas por el agua o producto del transporte del artefacto mismo). Para operativizar la intensidad de abrasi�n, se han definido una serie de estadios para los artefactos l�ticos recuperados en el Sistema Lacustre al Sur del lago Argentino. Estos van de 0 (superficie fresca) a 3 (superficie con abrasi�n muy intensa). Estos estadios son de naturaleza cualitativa. Si bien las intensidades de abrasi�n se manifiestan de manera continua, la utilizaci�n de esta escala cualitativa constituye una herramienta �til para aproximarnos inicialmente a la variabilidad de este fen�meno. Algunos investigadores han comenzado a desarrollar metodolog�as que permiten utilizar categor�as continuas para construir perfiles de abrasi�n en conjuntos l�ticos recuperados en contextos fluviales (Chambers 2005). De ser confiables, a futuro pueden constituir una herramienta m�s precisa para el registro de este tipo de informaci�n.
La asignaci�n de cada superficie artefactual a un estadio determinado se realiz� por medio de la comparaci�n de las pieza con muestras de mano (por materia prima) de cada categor�a de abrasi�n proveniente de las muestras arqueol�gicas locales disponibles (estadios 1 a 3) y experimentales (estadio 0). La comparaci�n y asignaci�n de estadios se realiz� mediante la inspecci�n macrosc�pica (a ojo desnudo) de las piezas y utilizando bajos aumentos (lupa binocular de hasta 50x).
La variable meteorizaci�n/erosi�n diferencial da cuenta de la existencia de intensidades diferentes de alteraci�n y/o la presencia de distintos tipos de fen�menos registradas sobre la superficie de un mismo artefacto. Un ejemplo de la primera situaci�n ser�a una lasca cuya cara ventral presentara una abrasi�n m�s intensa que la registrada en su cara dorsal. En el segundo caso, se incluye la existencia de alteraciones producto de diferentes agentes segregadas espacialmente en la superficie del artefacto (p.e., abrasi�n en una cara y anillos de oxidaci�n en otra).
Por �ltimo, se incluye la reclamaci�n como un elemento a utilizar en este an�lisis tafon�mico. A�n cuando esta variable es producto de factores conductuales, es sumamente �til como un proxy de la exposici�n de los artefactos en superficie. Es decir, para poder ser reclamado un artefacto debe estar disponible o visible. Por lo tanto, la existencia de actividades de reclamaci�n en un conjunto artefactual informa sobre su disponibilidad en superficie o exposici�n suba�rea. Para plantear la existencia de conductas de reclamaci�n de artefactos l�ticos tallados mayormente es necesario considerar el atributo meteorizaci�n/erosi�n diferencial. Esto es as� pues, a nivel observacional, la diferencia en las intensidades de alteraci�n es el elemento clave para establecer que un artefacto ha sido reclamado (es decir, que existe registro del transcurso de un tiempo x entre ambos usos y/o formatizaciones presentes en la pieza). As�, como ha sido planteado m�s arriba, cuando las intensidades de meteorizaci�n m�s bajas coinciden exactamente con negativos de lascados realizados posteriormente en la secuencia de manufactura, ese artefacto no s�lo aporta informaci�n sobre exposici�n diferencial a uno o varios agentes tafon�micos, sino tambi�n sobre su disponibilidad en superficie durante tiempos arqueol�gicos.
Como puede observarse en la Figura 3, existe equifinalidad entre algunos efectos tafon�micos, ya que los mismos pueden ser producidos tanto por el agua como por el viento. Es por eso que, como una medida conservadora, s�lo se postula la acci�n de uno u otro agente sobre los artefactos si se registran simult�neamente todos los efectos esperables (p.e., s�lo se sostiene acci�n del agua si el artefacto presenta simult�neamente redondeamiento, impactos y abrasi�n de su superficie). Por lo tanto, el n�mero de casos positivos s�lo constituir�n un n�mero m�nimo de artefactos efectivamente afectados por determinado agente.
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El concepto de estabilidad (tomado de Borrero 2007 y adecuado para el estudio de materiales l�ticos por Borrazzo 2006) es sumamente valioso para el estudio tafon�mico de artefactos en la medida en que permite discutir la integridad de un conjunto. En este caso de estudio, registros de estabilidad ser�an evidencia de la baja energ�a involucrada en el contexto de depositaci�n (las piezas habr�an permanecido en una posici�n de manera sostenida en el tiempo), lo que aportar�a un elemento para postular la alta integridad de las muestras.
El grado de exposici�n suba�rea, el cuarto y �ltimo proceso derivado, se vincula con los registros de condiciones de sedimentaci�n o erosi�n. Del balance entre ambos procesos, resultar�n mayores o menores tasas de reclamaci�n y/o intensidades de meteorizaci�n. Las variaciones espaciales del grado de exposici�n suba�rea detectadas podr�n ser utilizadas en discusiones como las planteadas por Pafundi y Borrazzo (2006) sobre espacios con mayor o menor potencial estratigr�fico.
Se utiliz� este dise�o para el estudio de los materiales l�ticos que forman parte de la colecci�n recuperada en el marco del Proyecto Magallania, dirigido por Luis Alberto Borrero (Belardi 2005, Belardi y Campan 1999, Franco 2002, 2004, Pafundi 2006). La muestra aqu� analizada est� compuesta por artefactos recuperados en superficie en tres sectores de m�rgenes lacustres del Sistema al Sur del Lago Argentino: 1) Sur de Lago Roca; 2) Este de Laguna 3 de Abril, y 3) Oeste de Laguna 3 de Abril, al Sur del chorrillo que desemboca en la margen occidental de la misma (Figura 1 y 2). El muestreo se realiz� por medio de transectas paralelas a la costa con unidades consecutivas de recolecci�n de 1000m 2 ( 100 m de largo por 10 m de ancho). En la Transecta Lago Roca la superficie muestreada fue de 85000 m 2 ; en la Transecta 3 de Abril Este, 9000 m 2 y en la Transecta 3 de Abril Sur de Chorrillo, 8000 m 2 . (Borrero com.pers. 2007, Franco 2002). En los tres casos, se realiz� la recolecci�n total de los artefactos identificados en las unidades muestreadas. Las cotas altitudinales donde se ubican las transectas permiten asumir que todos ellos han estado recurrentemente sumergidos durante, al menos, las inundaciones del siglo XX (promedio 15 m sobre el nivel del lago).
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Acci�n e�lica
El 87,5% (231 artefactos) de la muestra analizada registr� efectos de la acci�n e�lica (Tabla 1). Este dato es coherente con el hecho de que las muestras son de superficie y, a�n cuando fueron recuperadas en zonas inundables, habr�an estado sujetas por lapsos mayores de tiempo a condiciones suba�reas. Este patr�n apoyar�a las conclusiones generales a las que arribaron Garc�a et al. (1999).
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Tabla 1. S�ntesis de los resultados.
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Acci�n del agua
Mientras que en la Transecta Lago Roca s�lo un 3,2% de las piezas present� registros asignables a la acci�n del agua, en las Transectas 3 de Abril Este y Sur del Chorrillo el 30,8 y 25%, respectivamente, de las piezas registra efectos compatibles con los de ese agente (Tabla 1).
La distribuci�n de los tama�os de los artefactos en ambos sectores del espacio (m�rgenes de Laguna 3 de Abril y costa del Lago Roca) refuerza los resultados del p�rrafo anterior ya que, mientras en la muestra de la Transecta Lago Roca los tama�os predominantes son 20 a 40 mm , en las muestras provenientes de las inmediaciones de la Laguna 3 de Abril (Transectas 3 de Abril Este y Sur de Chorrillo) s�lo se han recuperado artefactos con tama�os superiores a los 50 mm , siendo los de 80 mm los m�s frecuentes all�.
Estas diferencias observadas podr�an estar indicando que en los alrededores de la Laguna 3 de Abril estuvieron involucradas condiciones de alta energ�a en la configuraci�n del registro artefactual, muy probablemente vinculadas a la acci�n del agua. De hecho, Franco (2002), quien analiz� tecnol�gicamente estas muestras, menciona que en los muestreos en la Laguna 3 de Abril la ausencia de tama�os peque�os entre los artefactos recuperados puede ser un efecto de este agente. Adicionalmente, esta investigadora se�ala que en la muestra proveniente de la Laguna 3 de Abril al Sur de Chorrillo � uno de los ejemplares recuperados en esta transecta evidencia la acci�n del agua � (Franco 2002:110).
En la Transecta Lago Roca el 17,4% (43 artefactos) del conjunto registra condiciones de estabilidad (posici�n sostenida en el tiempo). En la Transecta 3 de Abril Este, este porcentaje asciende al 23%. Sin embargo, la Transecta al Sur de Chorrillo no cuenta con piezas que registren estabilidad.
El atributo estabilidad es el �nico que separa entre s� las muestras de la Laguna 3 de Abril y acerca una de ellas al conjunto recuperado en la costa del Lago Roca. Si bien no es posible plantear una explicaci�n en esta instancia de la investigaci�n y el tama�o de la muestra es muy peque�o para ser conclusivos al respecto, estas diferencias son sumamente interesantes dado que podr�an estar se�alando un espacio acotado dentro del sistema lacustre donde podr�an dirigirse muestreos de subsuperficie que testear las expectativas derivadas del modelo de Pafundi y Borrazzo (2006).
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Exposici�n en superficie
La categor�a de intensidad de abrasi�n m�s frecuente en las dos transectas de la laguna 3 de abril es el estadio 2 , mientras que en la muestra proveniente de la transecta lago roca el estadio m�s representado es el 1 (tabla 1) .
Asimismo, la frecuencia de reclamaci�n observada en la transecta de 3 de abril este es superior al valor observado para la misma variable en la transecta lago roca (30% vs. 5,3%, respectivamente), a�n cuando el tama�o de la muestra de la segunda es mucho mayor (tabla 1) . El comportamiento de esta variable sugiere que el grado de exposici�n de los materiales de la transecta lago roca ha sido menor al observado en las piezas recuperadas en las proximidades de la laguna 3 de abril. La predominancia de tama�os peque�os entre los artefactos, previamente mencionada para la primera , refuerza esta interpretaci�n.
Ahora bien, la interpretaci�n de las diferencias se�aladas por la representaci�n de categor�as de abrasi�n, como fuera definida m�s arriba, debe ser entendida en t�rminos de presencia en superficie, es decir, como disponibles para ser afectadas tanto por el agua como por el viento (a diferencia de lo planteado en Borrazzo 2004, 2006). Es por eso que he optado por la denominaci�n �exposici�n en superficie� y no �exposici�n suba�rea�, evitando de este modo equiparar las variaciones registradas en las intensidades de abrasi�n �nicamente con tiempos distintos de exposici�n. El agua y el viento tienen diferentes tiempos para lograr una superficie abradida en la misma intensidad. Adem�s, los tiempo que estos agentes han estado actuando sobre los artefactos aqu� estudiados son efectivamente diferentes (los artefactos estar�an menor tiempo expuestos al agua que al viento). Por lo tanto, en esta instancia del an�lisis es posible se�alar que los materiales provenientes de las m�rgenes sudeste del Lago Roca registran una menor intensidad de abrasi�n que la registrada en las muestras de la Laguna 3 de Abril, derivada de la menor exposici�n a los agentes tafon�micos identificados. Entre las posibles situaciones que explicar�an este patr�n se pueden plantear: a) el menor tiempo de exposici�n a agentes abrasivos de las muestras de Lago Roca; b) las muestras de Lago Roca y Laguna 3 de Abril fueron afectadas en frecuencias diferentes por el agua y el viento, y c) una mezcla de las dos situaciones anteriores.
Los resultados obtenidos permiten, en primera instancia, se�alar la variabilidad de condiciones postdepositacionales existentes dentro de este ambiente fluvio-lacustre. La diversidad tafon�mica observada nos alerta sobre las trayectorias dis�miles que tuvieron las muestras y, por ello, nos llama a evaluar cr�ticamente el potencial de cada una de ellas para responder las mismas preguntas arqueol�gicas. A modo de ejemplo, a continuaci�n presentamos y discutimos brevemente el rol biogeogr�fico propuesto para un sector espec�fico del sistema lacustre.
El sector denominado � La Angostura � (Figura 4) ha sido se�alado como un espacio importante en t�rminos de su rol biogeogr�fico (Borrero y Mu�oz 1999). Se trata de un sector donde las m�rgenes Noroeste y Sudeste del Lago Roca se unen cuando el nivel del sistema lacustre es normal (sin endicamiento), lo que permiti� la circulaci�n humana desde una hacia la otra orilla. Parte de la muestra de la Transecta Lago Roca fue recuperada en ese sector (n= 202 artefactos), y dado que contamos con los datos de procedencia espacial de los artefactos es posible evaluar la variabilidad existente al interior de esa unidad de muestreo.
Figura 4. Transecta Lago Roca inundada. En azul los espacios cubiertos por una elevaci�n de 15 m sobre el actual nivel (en celeste) del lago.
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De esta forma, se segmenta la muestra de la Transecta Lago Roca de acuerdo a su posici�n con respecto a La Angostura (Angostura y Post Angostura, Tabla 2) y se consideran las intensidades de abrasi�n registradas en ambos subconjuntos (perfil de meteorizaci�n).
Tabla 2. Perfil de abrasi�n de la Transecta Lago Roca subdividida en �Angostura� y �Post Angostura�
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Los artefactos recuperados en el sector de la Transecta Lago Roca denominado �Angostura� presentan un perfil de meteorizaci�n que no ser�a el esperable en un espacio se�alado como recurrentemente ocupado en el tiempo. Como puede observarse en el cuadro de la Tabla 2, el 90% de los artefactos posee estadio de meteorizaci�n 1. Esto ser�a un perfil esperado para un conjunto producto de una ocupaci�n �nica o m�ltiples ocupaciones cercanas en el tiempo. Por el contrario, el sector Post Angostura (extremo Sudoeste de la Transecta Lago Roca), presenta un perfil que podr�a ser definido como atricional, dada la representaci�n de diferentes categor�as de intensidad de abrasi�n (artefactos con intensidades de exposici�n diferenciales = formaci�n diacr�nica al conjunto).
De este modo, el patr�n observado en el espacio aqu� designado como La Angostura podr�a discutirse a la luz del modelo propuesto por Pafundi y Borrazzo (2006), pero no ofrece un perfil de meteorizaci�n esperable para un conjunto artefactual producido por la reocupaci�n gen�rica de un mismo espacio a lo largo de varios miles de a�os. Sin embargo, la homogeneidad de estadios de abrasi�n registrada en la muestra y la redundancia ocupacional postulada podr�an articularse y ser explicadas por la existencia de altas tasas de sedimentaci�n en ese espacio de la cuenca (Pafundi y Borrazzo 2006). En la medida en que la explicaci�n tafon�mica no pueda ser descartada o limitada en su alcance, los factores conductuales deber�n esperar su turno para ser postulados como �nicos causales de los patrones arqueol�gicos observados; en este caso, las mayores densidades artefactuales registradas en las cercan�as de La Angostura. Es decir, las diferencias en las densidades artefactuales en este ambiente no pueden considerarse un indicador directo de intensidades variables de ocupaci�n sin una evaluaci�n tafon�mica previa del conjunto.
La discusi�n planteada para el caso de la Angostura se�ala la necesidad de plantear nuevos dise�os y agendas de trabajo en la regi�n, dirigidos a falsar las hip�tesis tafon�micas y conductuales.
El an�lisis desarrollado en este trabajo enfatiza la utilidad de la tafonom�a, como corpus te�rico-metodol�gico general, para el estudio y evaluaci�n cr�tica del registro arqueol�gico. Su inclusi�n en toda rutina de trabajo arqueol�gico podr�a proveer un �diagn�stico� -en t�rminos de estado de preservaci�n, resoluci�n e integridad- para cada registro bajo estudio. Esto nos permitir� entender y explicar la compleja g�nesis de los patrones materiales actuales as� como reconocer el potencial y limitaciones para la comparaci�n de diferentes muestras a nivel regional y supraregional.
El caso del sistema lacustre al Sur del Lago Argentino ha sido presentado aqu� como un ejemplo de las discusiones y revisiones que una mirada tafon�mica puede promover si �sta integra la investigaci�n arqueol�gica.
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Agradecimientos
Deseo agradecer a Luis Alberto Borrero, ya que una versi�n anterior de este trabajo fue producida en el marco del seminario de doctorado �Tafonom�a, Paleoecolog�a y arqueolog�a: formas de integraci�n� dictado por �l en la Escuela de Posgrado de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Sus comentarios han enriquecido, sin duda, la presente versi�n. Quiero agradecer a Luciano Pafundi por haberme propuesto realizar el an�lisis tafon�mico cuyos datos utilizo en este trabajo y por las muchas interesant�simas discusiones sostenidas sobre procesos de formaci�n del registro arqueol�gico. Asimismo, las im�genes incluidas en este trabajo son de su gentileza. Por �ltimo, estoy profundamente agradecida con el evaluador, Salom�n Hocsman, por sus acertadas e interesantes sugerencias que mejoraron notablemente este trabajo. Sin embargo, los contenidos aqu� volcados son de mi exclusiva responsabilidad.
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La informaci�n disponible hasta el momento no permite postular el transporte de artefactos (Garc�a et. al 1999, ver m�s abajo).
A�n cuando se trata de un sistema de lagos, el fen�meno de endicamiento-ruptura antes descrito incluye dentro de esta din�mica lacustre particular procesos de circulaci�n de agua mejor explicados por el modelo fluvial. Por ello, hemos optado por denominar ambiente fluvio-lacustre a la zona de influencia del sistema lacustre bajo estudio (Pafundi y Borrazzo 2006).
En lo que respecta al punto b), aqu� utilizamos la informaci�n que hemos compilado y discutido previamente (Borrazzo 2004, 2006).
Por ejemplo, en las obsidianas, la abrasi�n se hace evidente por la p�rdida del brillo observable en una fractura fresca. En este caso la abrasi�n produce el esmerilado de la superficie artefactual.
De acuerdo a la propuesta de Franco 2002 (grilla con intervalos de 5 mm ).