ISSN 1851-0027
A�o 2008. N�mero 1: 1-23
comechingonia.com
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Comunidades anfitrionas, turistas y arque�logos: un equilibrio dif�cil de lograr. Los Monumentos Nacionales en la Provincia de Salta, Argentina
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Recibido el 22 de noviembre de 2007. Aceptado el 30 de enero de 2008
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Silvia Susana Soria
Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta. Profesional de investigaci�n del Museo de Arqueolog�a de Alta Monta�a. Mitre 77 (4400), Salta. Argentina. ;
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Resumen
En este trabajo se analiza el estado de conservaci�n, los planes de gesti�n y la presentaci�n al p�blico de tres sitios arqueol�gicos ubicados en la provincia de Salta, Argentina. Dichos sitios forman parte, aunque en distinto grado, de los productos tur�sticos fuertemente promocionados por las pol�ticas p�blicas provinciales, pero la ausencia de programas integrales de gesti�n est�n impactando negativamente en la preservaci�n de los mismos y en el desarrollo de las comunidades anfitrionas. Con el fin de atenuar este problema se realizan algunas propuestas y se replantean algunas cuestiones en relaci�n al rol que puede asumir el arque�logo en estos casos.
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Palabras clave: gesti�n integral, pol�ticas tur�sticas, comunidades anfitrionas, rol del arque�logo.�
En primer lugar consideramos al patrimonio como una creaci�n social hist�ricamente cambiante en funci�n de diversos criterios e intereses. Por ello no es un fen�meno de patrimonializaci�n universal sino que surge en el seno de la cultura occidental en el contexto social e hist�rico del siglo XIX (Lowenthal 1996). Pero es a partir de la posguerra y m�s a�n, con el movimiento de conservaci�n de los a�os �60, que la patrimonializaci�n desembocar�, dos d�cadas m�s tarde, en un boom mundial. Posteriormente, frente a la globalizaci�n, parece producirse una obsesi�n por el pasado y se generaliza la salvaguarda de los vestigios (Merriman 1991; Ballart 1997; Gonz�lez M�ndez 2001).
Ahora bien, para que el patrimonio se constituya como tal debe ser inventado, recontextualizado, legitimado y consensuado. No cualquier objeto antiguo constituye un bien, sino que debe ser asumido y reconocido por quienes lo usan y disfrutan. Y es aqu� donde el valor que les otorgan los diversos actores sociales puede entrar en conflicto en funci�n de los diversos intereses y visiones que ellos detenten (Layton 1989; Lowenthal 1996; Ballart 1997; Prats 1997; Layton y Thomas 2001; Norrild 2002).
La incorporaci�n del patrimonio cultural en el ciclo de producci�n del capital se ha manifestado por distintas v�as, pero quiz�s el turismo sea la m�s significativa. Turismo como sin�nimo de desarrollo econ�mico se ha constituido en un mito (Gil Garc�a 2005:219) y es a partir de esta mitificaci�n que se crean en forma masiva productos tur�sticos con el fin de activar la alica�da econom�a regional. Al turismo se le asignan funciones redentoras mediante la recreaci�n de lugares hist�ricos que los transforma en atractivos paisajes tur�sticos que reactivar�n las econom�as (Niding 2001; Ruiz Rubio 2001; Sala 2004). Sin embargo, consideramos que para que el desarrollo local de regiones poco favorecidas realmente ocurra es fundamental la identificaci�n, la valoraci�n y el debate abierto entre los distintos actores sociales involucrados sobre c�mo aprovechar el patrimonio y su rentabilidad social, ambiental y tambi�n econ�mica. Por �ltimo, que su uso asegure el goce de todos respetando los valores y los intereses especialmente de la comunidad anfitriona, de los pueblos ind�genas o de los poseedores de las propiedades hist�ricas (Sancho 1998; ICOMOS 1999; Avrami et al. 2000).
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Turismo en Argentina: la provincia de Salta�
Una de las principales falencias que caracteriz� durante a�os al sector tur�stico en la Argentina es la ausencia de estudios cuantitativos que permitan conocer el perfil y los intereses de los visitantes tanto residentes como no residentes en el pa�s, como tambi�n el real impacto de los ingresos provenientes de este sector. Como consecuencia de la crisis sufrida en el a�o 2001, una serie de pol�ticas cambiarias favorecieron a que Argentina se posicionara como uno de los destinos elegidos por los visitantes extranjeros. Este boom tur�stico llev� a que en los �ltimos a�os se comenzaran a medir determinados �ndices posicionando a este sector como una importante actividad econ�mica, antes no reconocida (Secretar�a de Turismo de la Naci�n e INDEC 2004).
Gr�fico 1: Mapa con la ubicaci�n de los sitios y los principales lugares mencionados en el trabajo.�
Ahora bien, el notable incremento de visitantes y ciertas falencias en la aplicaci�n de pol�ticas de planificaci�n tur�sticas acordes con los par�metros aceptables internacionalmente (Sancho 1998; ICOMOS 1990, 1999) en relaci�n a la conservaci�n del patrimonio arqueol�gico est�n impactando de forma negativa en los sitios y sus paisajes circundantes y lo que es peor a�n, en las comunidades campesinas anfitrionas.
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Casos de estudio�
1-Santa Rosa de Tastil
El peque�o poblado actual de Santa Rosa de Tastil se ubica sobre la Ruta Nacional N� 51, en el fondo de la quebrada de las Cuevas (una de las principales cauces tributarios de la quebrada del Toro), a 100 km de distancia de la ciudad de Salta. En �l se destacan la iglesia y el museo de sitio. Este �ltimo creado en el a�o 1972 por la Provincia, como lugar de dep�sito de algunos de los materiales extra�dos del asentamiento arqueol�gico que se encuentra en la parte alta del poblado actual.
El poblado arqueol�gico es accesible a trav�s de un camino vehicular construido para tal fin. El sitio se asienta en la cima de una meseta gran�tica de 200 m de altura, como estrategia de seguridad y defensa. Se trata de una aldea de trazado radioc�ntrico del Per�odo Tard�o o Desarrollos Regionales (1.000 DC. a 1.450 DC.). Presenta una superficie de 17 ha con 1.114 recintos agrupados en 330 unidades habitacionales y un centenar de tumbas circulares situadas dentro de las propias viviendas. Seg�n las �ltimas excavaciones masivas, efectuadas por Cigliano a fines de los a�os 60, se pudieron definir sectores con viviendas para el grupo dominante junto a la plaza principal, segregada de un �rea de viviendas de sectores sociales comunes y �reas de actividades comunitarias. Tambi�n se destacan en los alrededores, campos aterrazados de cultivo asociados a recintos y sectores con arte rupestre que alcanzan m�s de 7.000 bloques con petroglifos distribuidos en 4 ha (Cigliano 1972).
Un camino prehisp�nico se construy� a la vera del poblado de Tastil, los atributos arquitect�nicos de la calzada se asocian a la tecnolog�a Inca (1.450 DC.� 1.536 DC.). Las investigaciones de la d�cada del �70 no permitieron identificar ocupaci�n inkaica dentro del asentamiento, sin embargo a�os m�s tarde se identific� cer�mica de filiaci�n inka en el sitio. Actualmente, con las investigaciones realizadas en el �rea qued� confirmada la fuerte presencia estatal inka en las quebradas del Toro y Las Cuevas lo que posibilitar�a una revisi�n de la modalidad de dominaci�n� implementada para este sitio y sus alrededores (Soria y Vitry 2004).
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Acciones de conservaci�n y caracter�sticas de los visitantes
El equipo de la Universidad Nacional de La Plata en la d�cada del sesenta realiz� las acciones de puesta en valor de una parte del sitio, con el objeto de crear un Parque Arqueol�gico Provincial. La intervenci�n consisti� en la limpieza y desmalezamiento de recintos y calzadas sin la realizaci�n de reconstrucciones (FIGURA 1). El parque, en la actualidad, cuenta con el ya mencionado museo de sitio, que consiste en una sala de exposici�n ubicada en el poblado actual, all� se encuentra un encargado como �nico personal. No posee servicio de guiado permanente, se encuentra escasamente se�alizado y su carteler�a deteriorada.
Este estado de abandono y vulnerabilidad del sitio es contradictorio con su protecci�n jur�dica, ya que en 1997 fue declarado Monumento Hist�rico Nacional por la Comisi�n Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Hist�ricos (Resoluci�n N� 1145-05/11/1997). Dicha declaratoria es utilizada con fines promocionales que sumada a la monumentalidad misma del sitio y su f�cil acceso lo constituye como el producto tur�stico arqueol�gico m�s demandado a nivel provincial.
Como se coment� anteriormente, los circuitos que promocionan la quebrada del Toro y San Antonio de los Cobres incluyen la visita al sitio mediante una parada obligada en el pueblo de Santa Rosa de Tastil. A pesar de su importancia, no se poseen estad�sticas oficiales sobre las caracter�sticas de los visitantes al poblado y al sitio. Toda la informaci�n presentada en este trabajo es de car�cter extraoficial y fue proporcionada por gu�as tur�sticos que acompa�an a los contingentes.
La mayor�a de los tours parten de la ciudad de Salta hacia San Antonio de los Cobres los d�as jueves, viernes, s�bados y domingos e incluyen generalmente una excursi�n de duraci�n diaria. En temporada alta o vacaciones, visitan el sitio por d�a 15 veh�culos, tipo Traffic, con 14 personas cada una. Sumado aproximadamente a 10 autom�viles particulares con dos personas o m�s y la llegada de contingentes en �mnibus entre 40 o 50 pasajeros cada uno. Paralelamente es habitual el acceso de visitantes mediante bicicletas y MotoCross practicando turismo aventura.
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Figura 1: Vista desde el Parque Arqueol�gico de Santa Rosa de Tastil.
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A la llegada los visitantes acceden al museo de sitio, que no posee director, solo un encargado que puntualmente abre las puertas del mismo para su acceso. Seg�n la opini�n de algunos visitantes, el museo a pesar de contener �lindos materiales� carece de buena iluminaci�n y de f�cil acceso4. Est� descuidado y casi no posee carteler�a informativa (Istillarte, com. pers. 10/12/06).
Junto al museo, se instalan puestos de venta de artesan�as, algunos de ellos de la comunidad local, asimismo llegan artesanos de San Antonio de los Cobres. El pueblo posee un solo hospedaje de tipo familiar y se pueden adquirir algunos alimentos y refrescos para continuar el recorrido. Luego de la visita al museo y un paseo por el pueblo, los visitantes acceden por el camino lateral al parque y sitio arqueol�gico. Como el parque no est� claramente delimitado es una pr�ctica habitual los recorridos por cualquier sector, generando un intenso pisoteo y derrumbe de muros y otras estructuras, sumado a la recolecci�n de material arqueol�gico de superficie, con el objeto de llevarse �recuerdos de la visita�. Es de remarcar la ausencia de folleter�a informando acerca de las caracter�sticas del sitio y carteler�a que solicite el cuidado y la protecci�n del mismo5. Como ya se coment�, las visitas guiadas son las que realizan los gu�as de los contingentes y la prevenci�n del saqueo solo depende de la inquietud y formaci�n particular de cada uno de ellos. �
Como la visita al pueblo y al sitio se realiza en un par de horas se genera un turismo �de paso� que no origina retribuciones a la comunidad local. A partir de esto, los pobladores de Santa Rosa de Tastil manifestaron el expreso inter�s de capacitarse con el objeto de atender la demanda de la creciente actividad tur�stica y poder generar fuentes genuinas de ingreso. A partir de este reclamo canalizado por intermedio de los profesionales del Programa Social Agropecuario (dependiente de la Secretar�a de Agricultura, Ganader�a, Pesca y Alimentos de la Rep�blica Argentina) y sobre la base de la organizaci�n comunitaria alcanzada, se comenzaron a realizar cursos de capacitaci�n relacionados con el patrimonio cultural (Vitry y Soria 2006). Creemos que el involucramiento y la participaci�n local es fundamental en la implementaci�n de planes de manejo integrales que incluyan la investigaci�n, preservaci�n y exhibici�n del sitio y las colecciones y, en �ltima instancia, ella fomentar� la protecci�n de dichos recursos.
En el� a�o 2002 el Proyecto Camino del Inca de la Secretar�a de Turismo provincial ha realizado un Estudio de Impacto Ambiental. A trav�s de este informe surgieron recomendaciones para la conformaci�n de equipos de trabajo con el fin elaborar la Puesta en Valor del Camino del Inca, una planificaci�n participativa, y el proyecto Custodios arqueol�gicos (Secretar�a de Turismo de Salta 2006a). Este proyecto ha iniciado su ejecuci�n a fines del a�o 2006, con la 1� etapa de puesta en valor (Proyecto BID - AR � 0292. Componente Turismo. Camino del Inca), planific�ndose la etapa de inter�s social para meses posteriores.�
La Secretar�a de Turismo provincial ha implementado una serie de cursos de capacitaci�n a trav�s de un �rea espec�fica de su estructura. Los mismos se ofrecen en los diversos pueblos y localidades de la provincia e incluyen el componente de patrimonio cultural. Sin embargo, la demanda y el escaso personal hacen que los mismos resulten insuficientes.
En suma, lo que se puede observar es que primero se promociona tur�sticamente un producto y cuando los efectos negativos comienzan a tener un peso considerable -en este caso en perjuicio de los pobladores locales y sus recursos- reci�n se act�a para minimizar el impacto. No hay una pol�tica de planificaci�n previa a la promoci�n del producto. �
2- Incahuasi
El sitio arqueol�gico de Incahuasi se encuentra ubicado sobre la quebrada de Incamayo (GRAFICO 1), que es un afluente de la quebrada del Toro, en un lugar de dif�cil acceso donde no existe ruta vehicular. Para acceder al mismo se ingresa por el paraje Ingeniero Maury, ascendiendo el cerro G�lgota y descendiendo hasta la quebrada de Incamayo, a trav�s de una senda de herradura que reutiliza un camino arqueol�gico. En sus cercan�as no existe poblaci�n asentada, solo vive el se�or M�ximo Lamas6 y su familia que posee un puesto construido sobre parte de las ruinas reutiliz�ndolas como corrales.
En Incahuasi se pueden identificar hasta el momento dos ocupaciones prehisp�nicas, una del Per�odo de Desarrollos Regionales (1.000 DC. y 1.450 DC.) y otra del per�odo inkaico. A partir de sus atributos arquitect�nicos se pueden distinguir estos dos momentos cronol�gicos. Durante el Per�odo de dominaci�n Inka (1450-1532 DC) Incahuasi, que pose�a una importante ocupaci�n previa; se integr� pol�ticamente al Tawantinsuyu y f�sicamente a la red vial, conformando junto a otros sitios del valle Calchaqu� y la puna juje�a, un centro administrativo y de poder que configur� un nuevo paisaje cultural y din�mica geopol�tica.
El asentamiento ocupa 8 ha y puede describirse a partir de dos sectores diferenciados en su arquitectura y de uso del espacio (GRAFICO 2). En un primer sector existen recintos habitacionales asociados a estructuras circulares dispersas (probablemente tumbas), de manufactura inka. Se destaca la llamada silla del inka, principal atractivo tur�stico del lugar. Dicha estructura se encuentra en un recinto rectangular que conserva parte del techo, revoque de barro, hornacinas trapezoidales y vano trapezoidal de acceso (FIGURAS 2a y 2b) (Fern�ndez citado en Raffino 1981, Vitry et al. 2007). Aunque es atribuida al momento inkaico, es factible que el adosamiento de la silla haya sido posterior a la construcci�n del recinto. Alrededor del mismo se concentran otras estructuras circulares seguramente de almacenamiento, tambi�n llamadas collcas. El segundo sector est� conformado por corrales, canales de irrigaci�n, cuadros de cultivo, constituyendo un sector de producci�n agr�cola y ganadero de gran extensi�n; con caminos, puestos de observaci�n, mojones demarcatorios, arte rupestre y sectores de producci�n minera� (Vitry et al. 2007).
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Gr�fico 2: Plano general del sitio arqueol�gico Incahuasi, tomado de Vitry et al. 2007.
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Las investigaciones arqueol�gicas� realizadas a principios de siglo (ver Raffino 1981:129-132) fueron las que otorgaron el fundamento para que en 1945, el sitio haya sido declarado Monumento Hist�rico Nacional (Decreto 30833-1945). Actualmente Incahuasi se ha transformado en un sitio atractivo para el turismo aventura debido principalmente a su dif�cil acceso, por lo que el volumen de visitantes no afecta su integridad f�sica. Sin embargo en los �ltimos a�os se registraron actividades vinculadas al llamado turismo esot�rico, donde se realizan encuentros y ceremonias de grupos que consideran a este lugar como un centro energ�tico. Por lo general estas propuestas se promocionan de boca en boca o por internet y los principales consumidores provienen de la ciudad de Salta. Esos usos est�n generando una serie de conflictos con la familia del se�or Lamas ya que afectan directamente su forma y medio de vida.
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Figura 2a: Construcci�n donde se encuentra la �silla del inka�. Es la �nica estructura de todo el sitio que conserva sus paredes y parte del techo.
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Esta preocupaci�n ha llevado a que el se�or Lamas y su familia hayan reclamado por la implementaci�n de medidas que restrinjan el acceso de los desconocidos y hayan solicitado personalmente, a una de nosotras, la realizaci�n de estudios arqueol�gicos y espec�ficamente la confecci�n del plano del sitio para conocer la historia del mismo. Desde los �ltimos meses del a�o 2006, un equipo de la Universidad de Salta, junto a la familia Lamas, comenzaron a reunirse para discutir acerca de los intereses y del dise�o de un plan de manejo, en el que se implementar�n medidas tendientes a organizar y regular la actividad tur�stica en beneficio de dicha familia y del cuidado del sitio (Vitry y Soria 2006).
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Figura 2b: Estructura conocida como �silla del Inka�, ubicada en el Sector A del sitio Incahuasi.
3- La Paya
El sitio arqueol�gico se encuentra ubicado en la desembocadura del r�o La Paya y el r�o Calchaqu� (GRAFICO 1). Se trata de un conglomerado con una extensi�n de unas 12 ha. El asentamiento contiene evidencias de ocupaci�n desde per�odos tempranos de la secuencia local, destac�ndose el emplazamiento del Per�odo de Desarrollos Regionales (1.000 DC. y 1.450 DC.), con muro perimetral, recintos al interior de morfolog�a rectangular, enterratorios circulares de pirca doble en falsa b�veda y un sector de recintos rectangulares de factura t�picamente inkaica denominado la Casa Morada. En superficie, hasta el d�a de hoy, abundan los �tems artefactuales. Este sitio fue postulado por los numerosos investigadores como el principal asentamiento local de la parte norte del valle Calchaqu� y cabecera inka de la Provincia de Chicoana (Gonz�lez 1983, entre varios otros).
Hasta la d�cada del �70, en el �rea arqueol�gica de La Paya predominaba el pastoreo de ganado menor y la localizaci�n de dos viviendas muy precarias. El pronunciado crecimiento urbano en estos �ltimos 20 a�os y su falta de planificaci�n fue afectando en forma continua y veloz al asentamiento prehisp�nico. Dos casos puntuales lo ejemplifican: la construcci�n de la iglesia en la cual se usaron rocas de la casa morada para su edificaci�n y la de una casa de retiros espirituales y la constante presencia de basura en el mismo. Junto a estos problemas, otro de los factores que afectan al sitio es la remoci�n en masa generada por la erosi�n h�drica en �poca estival (FIGURA 3).
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Figura 3: Vista desde los restos de la Casa Morada hacia la iglesia, La Paya.
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En la actualidad se encuentra en total abandono y en riesgo. Su promoci�n tur�stica7 apela a su valor arqueol�gico pero la misma se realiza sin estudios de impacto ni planificaci�n alguna. El hecho de que el sitio se encuentre a la vera de la Ruta Nacional N� 40, principal v�a de comunicaci�n en todo el valle Calchaqu� (que como ya comentamos se trata de uno de los dos circuitos m�s visitados en la provincia), facilita el acceso al sitio de veh�culos y personas, posibilitando el ingreso de visitantes, aunque en menor medida que Santa Rosa de Tastil. Recientemente se ha nombrado como custodio al due�o de las tierras (Antonio Mercado, Director del Museo Antropol�gico de Cachi, com. pers. 12/01/07) donde se encuentra el asentamiento prehisp�nico, pero a�n no posee gu�as, ni cercado, ni informaci�n acerca de sus caracter�sticas y/o cuidado. Hacia fines del 2007 tampoco hab�a datos oficiales ni extraoficiales, acerca de la cantidad de visitantes, ni del tiempo que dura la visita, ni lo que se realiza durante la misma. Se ha intentado elaborar algunos proyectos desde el Museo Antropol�gico P�o Pablo D�az de la localidad cercana de Cachi, pero por distintos problemas no se han podido llevar adelante.� Los organismos de aplicaci�n de la Ley provincial de Protecci�n del Patrimonio Cultural� N� 6649, que dependen de la Secretar�a de Cultura de la provincia, no poseen los recursos presupuestarios ni humanos necesarios para cumplir con sus obligaciones (Mercado, com. pers. 12/01/07).
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Si se realiza un resumen del estado de situaci�n de estos sitios (Tabla 1) podemos decir que hay una serie de cuestiones comunes para remarcar y en funci�n de ellas una serie de propuestas a realizar.
En una primera instancia y siguiendo par�metros tradicionales (occidentales) se pueden resaltar los valores arqueol�gicos, tur�sticos, educativos y econ�micos que detentan estos sitios. A pesar de ello, en los hechos, los tres casos se encuentran en situaci�n de riesgo por lo que la protecci�n legal que poseen (dos son Monumentos Hist�ricos Nacionales), no deja de ser de car�cter meramente declarativa. Asimismo se destaca la falta de integraci�n de la gesti�n provincial y nacional, de las diferentes �reas en las cu�les el patrimonio est� involucrado (organismos de Cultura, Turismo, Medio Ambiente y Comisi�n de Monumentos). Con respecto al estado de conservaci�n de cada uno de ellos, se puede decir que, aunque en grados diferentes y producto de causas similares, todos exhiben cierto deterioro. Por ejemplo, a todos les afecta la erosi�n, el tr�nsito de ganado y la invasi�n de plantas y ra�ces sumado al acceso sin control de visitantes (a veces de grandes contingentes en un tiempo acotado) que afectan mediante el pisoteo, los derrumbes y las recolecciones clandestinas, la integridad de los mismos. Al igual que en otras regiones y pa�ses, el desarrollo de la actividad tur�stica en Salta, pese a la promoci�n a nivel nacional y provincial, parece haberse producido con escasos criterios de planificaci�n y evaluaci�n del impacto que genera y principalmente como un fen�meno ex�geno, ya que las poblaciones locales en su rol de anfitrionas no participan en el dise�o, en la gesti�n ni en el beneficio de dichas actividades, quedando esto monopolizado por distintas agencias privadas de turismo (Nielsen et al. 2003:372).
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SANTA ROSA DE TASTIL |
INCAHUASI |
LA PAYA |
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Ausente |
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ESTADO DEL SITIO |
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�- Deterioro |
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MEDIDAS DE |
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PROTECCION |
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�-Legal: Monumento Nacional |
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�-Efectiva |
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�-Planes de Manejo� |
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TURISMO |
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�-Planes de Promoci�n: |
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������� P�blica |
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������� Privada |
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�- Caracter�sticas visitantes: |
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������� Masivo |
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������� Aventura |
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������� Esot�rico |
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Tabla 1: Resumen de la situaci�n de los tres casos tratados. Referencia: S/D: sin datos
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Siguiendo con la conservaci�n de los sitios, otros aspectos que los afectan se relacionan con la re-utilizaci�n y/o la re-funcionalizaci�n de estructuras, el reciclado de elementos arquitect�nicos y/o artefactos arqueol�gicos y el dep�sito de basura, como pr�cticas habituales de las comunidades campesinas que viven en sus alrededores. Aqu� cabr�a preguntarse acerca del valor social que detentan estos sitios para dichas comunidades y m�s a�n, �debemos imponer el valor cient�fico sobre el social? Mucho se ha escrito y debatido sobre este cuestionamiento (Byrne 1991; Larsen 1995; Preucel y Hodder 1996; Gnecco 2005). Nosotras estamos convencidas que, los arque�logos y otros especialistas, debemos indagar en dichas valoraciones sociales locales, las cuales pueden ser diversas y conflictivas, pero deben ser incluidas y respetadas con el fin de que los dise�os sean coparticipados y se implementen planes de manejo mult�vocos (Hall y McArthur 1996; Endere et al. 2004; Gil Garc�a 2005; Endere y Curtoni 2006; entre otros).
Paralelamente, en este cuadro de situaci�n de los tres casos de estudio, se observa que subyace cierta conflictividad (en mayor o menor medida expl�cita) entre los diferentes grupos de inter�s involucrados. Dichos grupos son, principalmente, los operadores tur�sticos privados, el organismo de turismo de la provincia y los pobladores locales, que en cada caso, tienen intereses diversos. A los que se suman los intereses de los visitantes y de los especialistas. Por lo que proponemos como alternativa el dise�o de un plan de manejo integral y participativo. El mismo se deber�a iniciar con el involucramiento de todos los actores implicados con el fin de debatir si quieren preservar los sitios, por qu� y para qui�n lo har�an. A partir de esto decidir qu� y c�mo llevar�an adelante planes de estudio y preservaci�n que luego posibilitar�a su presentaci�n al p�blico y su rentabilidad. Creemos que aqu� el Estado podr�a garantizar el equilibrio entre todas las partes e intereses, que como dice Sancho (1998:164) es el �gran reto de la pol�tica tur�stica�.
Por �ltimo nos preguntamos: �Cu�l es nuestro rol en todo este proceso? Las opciones pueden ser varias, pero creemos que una podr�a ser la de facilitar el di�logo entre los diversos agentes implicados. Pero primero tenemos que hacer varios mea culpa, por un lado, somos los primeros en �rasgarnos las vestiduras� ante situaciones de destrucci�n de los sitios, aunque no contemplamos la conservaci�n en nuestros proyectos de investigaci�n siendo que esta deber�a ser parte habitual de la pr�ctica (ICOMOS 1990; Stanley Price 1996; Matero et al. 1998). Por otro lado, es notable nuestra falta de involucramiento con las comunidades en las cu�les trabajamos (Curtoni y Chaparro 2007) y hasta cierta arrogancia de imponer una forma de concepci�n del patrimonio por sobre las dem�s visiones (sensu Gnecco 2005:188). En el actual contexto social latinoamericano, donde los procesos de etnog�nesis se presentan como respuestas a la globalizaci�n, es necesario que los profesionales reformulemos nuestra raz�n de ser y modos de hacer arqueolog�a.
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Reflexiones finales
La vigencia y la trascendencia de los problemas asociados al turismo y al patrimonio, en la actualidad y especialmente en Argentina, amerita mayores espacios de discusi�n. Estos espacios deber�n incluir en la agenda el replanteamiento de principios como son la integraci�n, la sustentabilidad, la interacci�n con la comunidad y la accesibilidad del p�blico. Asimismo, en el mundo acad�mico, deber�an generarse mayores �mbitos de discusi�n de estos problemas, incluida una formaci�n de grado m�s amplia que los contemple. No obstante, consideramos que el cambio tiene que ver m�s con un repensar nuestra disciplina y propia pr�ctica. Como antrop�logos no debemos ubicarnos en el centro de la escena imponiendo nuestra visi�n y reincidiendo, una vez m�s, en pr�cticas coloniales del saber.��
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Agradecimientos�
En primer lugar queremos agradecer la informaci�n brindada por los Lics. Soledad Gheggi, Pedro Salminci y Andrea Istillarte y las gu�as Gabriela Cano y Mabel Maman�. Los representantes de la Secretar�a de Turismo de la provincia de Salta nos atendieron cordialmente, al igual que el Sr. Antonio Mercado, director del Museo Antropol�gico de Cachi. El Lic. Christian Vitry nos facilit� im�genes y manuscritos. Asimismo fueron bienvenidos los valiosos comentarios a los borradores previos de los Dres. Mar�a Luz Endere y Rafael Pedro Curtoni. Por �ltimo, al Dr. Javier Nastri que lo enriqueci� con sus agudas observaciones.�
Una versi�n de este trabajo fue presentado en el simposio de Arqueolog�a y Turismo en el IV Congreso de Arqueolog�a en Colombia donde recibi� aportes enriquecedores de los Dres. Fernando L�pez Aguilar y Eduardo Forero. Gracias a la Beca para especialistas en conservaci�n del patrimonio de la Secretar�a de Cultura de la Naci�n, una de nosotras pudo presentar este trabajo en dicho congreso. No obstante, lo aqu� expuesto es de nuestra exclusiva responsabilidad.
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Angelo, D.
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Avrami, E, R. Mason y M. De la Torre (editores).
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Notas�
1 Este trabajo fue realizado a fines del a�o 2006 y principios del 2007. En octubre de 2007 ha cambiado la orientaci�n partidaria del gobierno provincial con su consecuente recambio de autoridades de las Secretar�as y Museos.
2 La provincia de Salta (junto con Jujuy y Tucum�n) es el cuarto lugar m�s visitado de un total de nueve destinos.
3 La provincia de Salta posee una superficie de 155.488 Km� y 1.079.051 habitantes seg�n el Censo Nacional de Poblaci�n y Viviendas 2001. INDEC
4 Un escal�n en la entrada del museo ocasion� un accidente a una visitante de mediana edad lo cu�l requiri� la atenci�n m�dica de urgencia (Istillarte, com. pers. Diciembre, 2006).
5 En este sentido es muy com�n que desde las p�ginas de internet se enfatiza la gran cantidad de material en superficie del sitio, alentando en forma impl�cita la recolecci�n de material.
6 En el transcurso de este a�o (2007), el Sr. M�ximo Lamas lamentablemente sufri� un fatal accidente. En la actualidad, sus hijos contin�an manteniendo la vinculaci�n con los arque�logos.�� �
7 El sitio es promocionado por agencias privadas (de viaje, hoteles, etc.) y por organismos oficiales. Por ejemplo, desde las Municipalidades de Cachi y de Cafayate, entre otras (Mercado, com. pers. 12/01/07).
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